¿Qué es el ciclo de la violencia doméstica?
Hablar de violencia doméstica no solo es necesario, es urgente. Muchas veces, las personas que viven situaciones de maltrato no se reconocen como sobrevivientes porque la violencia no siempre comienza con un golpe. Empieza con una palabra, un control, una mirada o un silencio impuesto. Comprender el ciclo de la violencia doméstica es una forma de ponerle nombre a lo que pasa, y así abrir la puerta a la búsqueda de ayuda y transformación.
El ciclo: una repetición que se normaliza
El ciclo de la violencia doméstica es un patrón que se repite en las relaciones abusivas. Aunque cada historia es distinta, los estudios y la experiencia clínica coinciden en que suele seguir tres fases principales:
1. Fase de tensión
En esta etapa, el ambiente en la relación se vuelve tenso. Surgen discusiones frecuentes, celos, control, humillaciones o comportamientos pasivo-agresivos.
La persona sobreviviente suele intentar “mantener la calma” o evitar conflictos para no provocar al agresor. Aquí comienza la manipulación emocional: se instala el miedo, la culpa y la duda.
2. Fase de agresión o explosión
Es el momento en que la violencia se manifiesta abiertamente. Puede ser física, emocional, sexual, económica o psicológica.
Después de esta explosión, la persona agredida puede sentirse confundida, culpable o paralizada. Es común que piense que “algo hizo mal” o que la situación fue “una excepción”.
3. Fase de reconciliación o luna de miel
Tras la agresión, el agresor puede mostrarse arrepentido, prometer cambios, pedir perdón y actuar con aparente cariño o atención.
Esta etapa genera una falsa sensación de calma. La persona sobreviviente quiere creer que las cosas mejorarán, y eso hace que permanezca en la relación. Pero con el tiempo, la tensión regresa… y el ciclo vuelve a comenzar.
¿Por qué es tan difícil romper el ciclo?
Romper el ciclo no es solo una cuestión de voluntad. Implica salir de una dinámica de control, dependencia emocional y, muchas veces, económica. Las personas que sufren violencia enfrentan miedo, aislamiento, vergüenza y la falta de redes de apoyo.
Por eso, no debemos juzgar a quien permanece en una relación violenta. En lugar de preguntar “¿por qué no se va?”, debemos preguntarnos “¿qué podemos hacer para que tenga dónde ir y con quién contar?”.
Romper el silencio es el primer paso
La violencia doméstica no es un asunto privado. Es un problema social, de derechos humanos y de salud pública. Romper el ciclo comienza cuando nombramos lo que ocurre, acompañamos sin juzgar y apoyamos a las sobrevivientes en su proceso de sanar y reconstruir sus vidas. En Casa Protegida Julia de Burgos, acompañamos a mujeres, niñez y familias afectadas por la violencia con servicios de albergue, apoyo psicológico, legal, social y educativo.
Estamos disponibles las 24 horas, los 7 días de la semana, para ofrecer orientación, protección y esperanza.
📞 (787) 723-3500 | (787) 548-5290